28 de agosto de 2006

un par de articulos que me parecen interesantes

Los bits son libres
Enrique Dans


Así de sencillo, así de categórico. Los bits son entes libres. Fluyen por doquiera, se mueven, se envían, cambian de mano, de formato, de soporte, de identidad. Se comprimen, se descomprimen, se duplican, se copian, se alteran, se mezclan con toda facilidad. Nada ni nadie puede o podrá impedirlo. Se pongan como se pongan y desarrollen los estúpidos sistemas anticopia que pretendan desarrollar. Da lo mismo. Son bits, y el moverse libres forma parte de su naturaleza.

Los bits, además, no se alteran al ser copiados. Parece obvio, pero unas zapatillas deportivas dejan de estar en la tienda cuando me las llevo, y no pueden, por tanto, ser vendidas otra vez ni utilizadas por otra persona. Los bits miran ese tipo de limitaciones espaciotemporales con desprecio inusitado, por encima del hombro: ellos sí pueden estar en varios sitios a la vez y ser poseídos por varias personas al mismo tiempo. Si yo voy a casa de un amigo o a una tienda y me llevo una copia de una canción, tendrá la misma calidad que el original y, además, el original seguirá estando en el mismo sitio, para que otros lo vuelvan a copiar o lo disfruten. Por eso se comportan en sus modelos económicos de manera diferente, aunque algunos patéticos iluminados no quieran darse cuenta de ello. Decir que la música no es cara porque unas zapatillas deportivas lo son más es una frase que denota profunda y supina ignorancia, que descarta al que la dice, que hace pensar en qué momento y por qué méritos tuvieron la peregrina idea de ponerle al mando de la entidad que preside. Decir que la copia privada no es un derecho de los consumidores, como afirma alguna otra que va de ilustre dama del escenario, es algo tan absurdo como pretender decirle a alguien lo que puede y no puede hacer con un huevo que se acaba de comprar: “no, mire, si quiere se lo come frito o hasta cocido, pero en tortilla no se lo haga porque entonces es un delito execrable y le perseguiré”. Pues no, mire, lo siento. Es mi casa, mi disco y mi unidad de CD-RW, y hago con ellos lo que me venga en gana, diga usted lo que diga y legisle la ministra de turno las tonterías que quiera legislar. Si le parece mal, tiene dos trabajos: enfadarse y desenfadarse, pero yo voy a seguir haciéndolo cuando me venga en gana. Es más, ahora cada vez que grabe un CD o pase una canción al iPod, lo acompañaré de un corte de mangas para Pilar Bardem.

La estupidez de la industria está llegando a un extremo tan profundamente ridículo que roza la pantomima. A veces parece que las entidades de gestión y los “ídolos mediáticos” a los que ponen a decir tonterías en público cual si fueran marionetas de guiñol se dedican a competir por ver quien dice la mayor barbaridad. Me los imagino en sus lujosas fiestas, sentados alrededor de una mesa y muertos de risa... “Ja, ja, ja... ¿te acuerdas cuando dije aquello de la huelga de cantantes? Anda, pues que me dices cuando salí yo con aquello de que Telefónica alentaba el robo, esa sí que fue buena...” Mientras, los consumidores seguimos haciendo lo que queremos, a pesar de las continuas agresiones, insultos y faltas de respeto que llamarían en realidad a otro tipo de reacciones más radicales y, sin duda, merecidas. A una huelga, sí, pero por el otro lado: no compro más hasta que esa panda de indocumentados deje de insultarme. Y compraré si quiero, porque la alternativa de conseguir bits gratis siempre estará ahí disponible. Compraré si realmente considero que quiero contribuir a incrementar los ingresos del artista en cuestión, porque me gusta, porque quiero incentivarle a que siga haciendo música, porque me cae bien o porque ha conseguido crear una asociación conmigo que hace que me sienta parte de algo que comparto con más gente, que me identifica. Hace una semana estuve con un amigo que habitualmente se baja música de Internet como todo el mundo, pero que venía de comprarse un disco de un grupo determinado porque “ese lo quería tener”, quería “sentir que daba dinero” a ese grupo.

Sin embargo, mi amigo está tristemente equivocado. Comprar un disco no es una buena manera de contribuir a las finanzas de ningún artista, sino precisamente a las de quien hace el trabajo de menos valor añadido: el intermediario que graba los CD, el que los distribuye, el establecimiento que los vende o el ejecutivo que diseña esas presuntas campañas de lanzamiento que les hacen creerse grandes estrellas del marketing, cuando en realidad cualquier profesional del marketing lo haría unas cien veces mejor y más barato. Comprando discos no ayudas a los artistas, ayudas en realidad a intermediarios que te aportan muy poco valor.

Si la industria de la música quiere de verdad reinventarse a sí misma, tendrá que hacer cosas muy diferentes a las que está haciendo hoy. La distribución en Internet no es la solución, porque está intrínsecamente mal dimensionada. Dada la estructura de costes del canal, si los intermediarios rebajasen sus pretensiones en el coste de licencias, tendríamos música a un precio disuasorio, que haría que muy poca gente quisiese utilizar para obtenerla un canal distinto, con unos riesgos e inseguridad mayores. Si además ese dinero fuese directamente a los artistas, el cliente percibiría ese vínculo, y lo fomentaría cuando correspondiese. Hemos retirado el coste del soporte y el de la distribución, pero una canción en una tienda online sigue costando un euro, un precio “sospechosamente parecido” al que cuesta un CD con doce canciones. No, ese no es el camino. Siguen teniendo mentalidad de vendedores de cacharritos, de objetos plateados, de carpetitas de plástico, de cosas que se rompen cuando se caen... mentalidad de átomos. No de bits. Si tu modelo de negocio está basado en impedir a otros el acceso a determinados bits, olvídalo. Tu modelo de negocio está caduco. Los bits son libres.


La música es gratis
Enrique Dans


Me encuentro, en mi lectura diaria de noticias, con unas declaraciones de un joven cantante que afirma de manera categórica que "la música en Internet no puede ser gratis". Instintivamente, busco algún smiley, algún guiño en la expresión que matice con un toque de humor las palabras del joven, pero no soy capaz de encontrarlo. Es como... lo sé, no puede ser, pero... realmente... ¡parece como si hablase en serio! Ay, chiquitín, chiquitín, ¿pero de verdad no te has dado cuenta todavía? Tu música, la música en general, ¡ya es gratis! Lo es desde hace mucho tiempo, y nada, ni la "regulación" que pides, puede evitar que así sea.

Te lo demostraré. Veamos, imagínate, por un momento, que en lugar de haberte visto desarrollando la actividad de hacer declaraciones y midiendo tan poco tus palabras, te hubiese visto en otro de tus quehaceres, uno que –según dicen– haces bastante mejor: el de cantar. Si en ese momento, por lo que fuese, me hubiese encaprichado de una de tus canciones, ¿qué precio habría tenido que pagar para obtenerla? ¿A dónde crees que me habría dirigido para hacerme con ella? Pues simplemente, a la red.
Mis posibilidades de encontrar esa canción en la red, y de poder descargármela sin pagar nada por ella son enormes, ilimitadas. En la red puedo dirigirme a cientos de plataformas P2P, puedo enviarle un e-mail a un amigo, puedo explorar el disco duro de otros usuarios y puedo llevar a cabo infinidad de métodos que concluirán invariablemente con un resultado: tu canción grabada en mi disco duro para mi uso y disfrute, sin haber pagado nada a cambio. Créeme, puedo hacerlo. Tantas veces como me dé la gana. Mediante un inmenso y creciente abanico de tecnologías, cada día más eficientes, cada día más sencillas. Y te pongas como te pongas, no puedes impedirlo. De ninguna manera.

Si el hecho de que tu música sea gratis es algo que, de alguna manera, hace que te sientas molesto, lamento comunicarte que yo sólo soy el portador de la noticia. El hecho está ahí, no lo he inventado yo. Es, simplemente, una realidad. Tan palpable como los millones de usuarios que, cada año con mayor pujanza que el anterior y a pesar de los estériles esfuerzos de las discográficas, se dedican a bajarse música de la red. Millones y millones de canciones, totalmente gratis. Sí, también se venden canciones en plataformas de pago, y ello prueba que hay mercados para todo tipo de clientes: los que prefieren pagar una cantidad por obtener música, y los que piensan que la comodidad obtenida no compensa ese pago y prefieren conseguir la música por su cuenta. El que, como tú dices, "probablemente bajen cosas que ni escuchen" es un problema exclusivamente suyo, no tuyo. Así es la vida.

Esa regulación que tan alegremente invocas, ese "que la ley regule un poco Internet", perdóname que te diga que es algo imposible e incompatible con un régimen de libertades propio de un país civilizado. La ley puede decir lo que quiera, pero mientras no estés dispuesto a cosas tan impensables como no garantizar el secreto de las comunicaciones o la inviolabilidad de los domicilios, todo lo que diga esa ley que tan inconscientemente pides será algo completamente imposible de ejecutar. Eso sí, si no te gusta ese panorama, siempre podrías emigrar a un país que no respete las libertades fundamentales, que tristemente todavía los hay. Aunque francamente, dudo que sea eso lo que pretendes.

Antes de que montes en cólera, déjame ponerte algunas cosas claras: estoy firmemente convencido de que crear tus canciones es algo que precisa de un importante esfuerzo. Un esfuerzo que comienza con la creación de la canción, su música, su letra, sus acordes y melodías, sus acompañamientos; que prosigue con sus arreglos y trabajo de estudio, su grabación una y otra vez hasta obtener el resultado deseado; de verdad, creo firmemente que supone un gran esfuerzo de muchos profesionales obtener ese producto llamado "canción", y ese trabajo me merece un gran respeto. Creo además que la canción creada te pertenece y que, una vez que la has creado, pasa a formar parte de tu inalienable patrimonio. Eres su propietario. No creo en la abolición de la propiedad, ni ninguna idea revolucionaria por el estilo, no ridiculizo el trabajo de otros o pretendo aprovecharme en modo alguno de él. No soy lo que la economía clásica llama un free rider, un agente económico improductivo que consume más de un recurso de lo que debería en justicia consumir.

Es más, si me bajase gratis tu canción, esa que inalienablemente te pertenece, estaría haciéndote un favor. El favor de dedicarte mi atención, un bien escaso por el que muchos compiten como locos. Es más: me ha dicho un pajarito que lo que tú pretendías cuando, con tu duro trabajo, creaste dicha canción, aparte de tu interés por expresarte artísticamente, era que la escuchase cuanta más gente mejor. Y fíjate tú por donde, llega Internet y te concede precisamente ese deseo: un lugar en el que poder exponer tu música a un mercado enorme de gente, para que la escuchen y la disfruten. Como cuando antes te ibas a la tele a cantar para que te escuchase gratis cualquiera que tuviese un aparato de televisión. Pero ahora, mejor.

En lo sucesivo, medita tus palabras antes de que salgan por esa boquita cantarina. Los hechos son que la música es gratis para todo aquel que la quiera disfrutar. No lo es, y con ello te avanzo un tema muy interesante, para quienes quieran lucrarse con ella. El hecho de lucrarse con ella desencadena una transacción económica, y dicha transacción puede ser trazada, identificada y debería, si todo va bien, dejarte sustanciosas plusvalías que te compensasen por tu esfuerzo creativo. En eso es en lo que te tienes que centrar, y no en perseguir –o, como tú dices, "regular"– a aquellos que escuchen tu música gratis a través de Internet. Tú dedícate a crear y a cantar, que dicen que es lo que sabes hacer, y que otros te ayuden a crear negocio con ello, apoyándote en Internet, la plataforma más valiosa e impresionante jamás creada. Te garantizo –palabra de profesor– que puede hacerse, sobre todo si no te anclas en los modelos del pasado, esos que tu compañía discográfica no sabe ni quiere abandonar. Pero que no te engañen más: tu música, la música en general, para millones de personas en todo el mundo, para cualquiera que se la quiera bajar y tenga los recursos para ello, ya es gratis.

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