06.12.06
Ni por llevar explosivos en la suela de los zapatos, ni por transportar líquidos en el equipaje de mano. El último incidente aereo ha tenido como protagonista algo tan "natural" como los gases, flatulencias, pedos,… o como queramos llamarlos.
La psicosis aeronáutica de los estadounidenses está tan extendida que ha llegado a influir en algo tan puramente fisiológico como lo es deponer tranquilamente, aunque sea en los angostos cubículos de los aviones.
El caso es real: un inoportuno ataque de flatulencias y el pudor de la pasajera que lo sufrió ha obligado a un avión de American Airlines a aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Nashville (Tennessee).
Varios pasajeros del avión, que volaba de Washington a Dallas (Texas), comenzaron a sentir olor a fósforos quemados y se desató la alarma, por lo que el piloto decidió aterrizar en Nashville.
Los 99 pasajeros y los cinco miembros de la tripulación fueron desalojados del avión, al igual que todo el equipaje, para hacer una inspección, en la que los perros de la policía detectaron los fósforos quemados dentro del aparato.
Tras interrogar a una pasajera, esta reconoció haber encendido las cerillas para ocultar el hedor de sus flatulencias y que aseguró tener problemas médicos.
El vuelo despegó de nuevo, pero dejó a la mujer en tierra.
El FBI y la Administración de Seguridad en Transportes han intervenido en la "emergencia" y la compañía American Airlines ha prohibido a la mujer volver a volar con la aerolínea "durante mucho tiempo".
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